Sexo, drogas… y los músculos del iris

Pues sí, así como la relación con el Rock’n’Roll es más indirecta y nos remite a los ojos asimétricos de David Bowie, la actividad de los músculos del iris está estrechamente unida a las drogas y al sexo.

El iris es la estructura que actúa como diafragma del ojo. Ese disco coloreado se abre o cierra para permitir la entrada de mayor o menor cantidad de luz hacia la retina a través de la pupila, que no es más que un agujero hacia las profundidades de nuestro globo ocular. En respuesta a la cantidad de luz que alcanza nuestra retina, de forma inconsciente, nuestro cerebro regula la abertura del iris a través del reflejo fotomotor.

De forma muy simplificada, lo que ocurre es que la información sobre la cantidad de luz es transmitida desde la retina, por el nervio óptico, hasta un grupo de neuronas del tronco del encéfalo que gestionan este reflejo: el área pretectal. Éstas, sin que la información se haga consciente, pueden actuar indirectamente sobre la musculatura del iris. En el iris tenemos un par de músculos, el esfínter o constrictor de la pupila y el dilatador de la pupila. La función de cada cual resulta bastante obvia. Las neuronas del área pretectal actuarán sobre el sistema nervioso autónomo, que es el que se encarga de controlar a estos músculos.

Pero no sólo la luz entrante determina el tamaño de nuestras pupilas, sino también, directamente, la situación de nuestro sistema nervioso… el estado en que nos encontremos. Bajo el efecto del sistema nervioso parasimpático, nuestras pupilas se cierran (miosis), haciendo que se contraigan las fibras del constrictor de la pupila. Y en cambio, el sistema nervioso simpático, el responsable de las reacciones de lucha-huída, dilata las pupilas (midriasis). Podríamos pensar que este último mecanismo es útil para reaccionar en una situación de alerta, para adquirir la máxima información posible, analizar el entorno, detectar los peligros, buscar las salidas… Y es aquí también cuando llegamos al sexo y a las drogas.

Lo de que los ojos son el espejo del alma es verdad… pero no sólo del alma. Nuestras pupilas se dilatan en respuesta a la excitación sexual. Y, paralelamente, la atracción aumenta ante unas pupilas dilatadas. Hay artículos recientes que confirman esto, pero las mujeres de la Edad Media ya lo intuían… De hecho, usaban la planta belladona (Atropa belladona) para resultar más atractivas, echándose el jugo en los ojos y poniéndoseles así unas pupilas como panes. De ahí el nombre de la planta. Desgraciadamente, además de dilatar las pupilas, las señoras de vez en cuando tenían alucinaciones o incluso morían, cuando la atropina, el principio activo de la planta, un alcaloide potentísimo, les llegaba al sistema nervioso central. Una lástima lo suyo, tan guapas ellas. Y no sólo se usaba para esto. Por su efecto sobre las pupilas, también la usaban los guerreros romanos para adquirir una mirada más atemorizadora. Todas estas acciones convierten a ésta en una de esas “plantas de brujas” y son las responsables de que se haya usado desde la Antigüedad y en numerosas culturas como droga orgiástica, para “ahuyentar los pensamientos tristes” o con usos de lo más variopinto y por vías de lo más variadas, por cierto, pero esto ya es otro asunto y me desvío del tema. La cuestión es que la atropina es una molécula anticolinérgica (anula el efecto de la acetilcolina, el neurotransmisor del sistema nervioso parasimpático) y por tanto tiene un efecto neto simpaticomimético (es decir, que mimetiza el efecto del sistema nervioso simpático). Y por eso, actúa contrayendo las fibras del músculo dilatador de la pupila. Las drogas de este estilo se siguen usando en oftalmología para dilatar la pupila y poder hacer así exámenes del fondo de ojo, además de tener utilidad en anestesiología.

Como regla general, aquellas drogas que estimulan al sistema nervioso central provocan la dilatación de las pupilas. Esto pasa, por tanto, con la cocaína, el crack, las anfetaminas o el éxtasis, pero también en menor medida con la nicotina y la cafeína, por ejemplo. Los opiáceos, como la heroína o la morfina, en cambio, son fuertes depresores del sistema nervioso central y activan al sistema parasimpático, induciendo la miosis. Unas pupilas puntiformes (exageradamente contraídas) en un coma pueden ser señal de una sobredosis de mórficos.

Claro que no podría acabar sin hacer mención a Blade Runner y al test Voight-Kampf para detectar si alguien es humano o replicante según su reacción pupilar. Cuidado con el vídeo si no habéis visto la película porque tiene un spoiler importante… Por cierto, que sobre el tema de hoy, en el vídeo hay algo que chirría… a ver si lo detectáis.

Por tanto, el título no era sólo para atraer visitas a este blog, que también, sino porque el tema lo merecía. Por cierto, que si os habéis quedado con la curiosidad de qué pintaba Bowie en todo esto, la explicación viene ahora y, sorprendentemente, nada tiene que ver con las drogas y sólo indirectamente con el sexo. ¿Sabíais que el más grande entre los grandes no es que tenga un ojo de cada color como parece? Lo que tiene es una pupila permanentemente dilatada y por eso parece que lo tenga más oscuro. Y es así porque en un puñetazo en el ojo que se llevó de adolescente peleándose por una mujer, según cuentan, se le debió dañar el ganglio ciliar, donde están las últimas neuronas parasimpáticas que se encargan de la miosis, o los nervios que llevan sus fibras. Por cierto, que el tener las pupilas diferentes se llama anisocoria y puede tener distintas causas, sobre las que podéis leer aquí.

Y ahora sí, tras conseguir hablar de Bowie en un post sobre Neurociencia, hasta aquí llega este post. Si queréis leer más sobre los efectos de las drogas sobre la visión, más allá de su relación con el tamaño de la pupila, este otro artículo es muy recomendable.