Indefensión aprendida

Se habla de indefensión aprendida a la condición en la cual un animal (o animal humano) aprende que nada de lo que haga puede sacarle de la situación en la que se encuentra.

Un experimento clásico y terrible de condicionamiento para la indefensión aprendida, hecho con perros en los 60’s: un animal al que se le dan descargas eléctricas arbitrarias; puede tener una palanca en la caja, pero no le sirve para nada; puede incluso ver que otro animal tiene una palanca que sí hace que las descargas paren, pero no la suya. Frustrante y horrible. Es más, después le pasan a otra caja en la que la mitad del suelo está electrificada y la otra no lo está: sólo tiene que saltar una pequeña valla para no recibir descargas, pero ni lo intenta. La situación ya no es de indefensión real, pero la frustración le impide buscar soluciones que ahora sí serían posibles.

Otro experimento, éste ya más light: un animal que puede obtener un premio de vez en cuando, pero éste le es administrado de manera arbitraria, independiente a la aparición de estímulos o a las acciones que pueda realizar (por ejemplo, que la palanca sirva o no indistintamente para que se le dé la recompensa, o que en el momento de recibir el premio suene jazz o música clásica).

En ambos casos, tras aprender que haga lo que haga no obtendrá mayor recompensa o que no se librerará de su sufrimiento, el animal (o la persona), pasa a comportarse de forma pasiva, a dejar de luchar por su supervivencia o a no intentar obtener algo mejor, a aceptar la inacción como una opción vital. Esto, que experimentalmente nos parece tan cruel y que, en el terreno de la salud se relaciona con la incapacidad de salir del bucle de la depresión, es algo que en la vida diaria, y política, es desgraciadamente habitual y comodísimo para quienes deciden por nosotros.

Y ante esto, ¿cabe actuar de alguna manera o nos dejamos morir? Personalmente, soy más de intentar pensar en que quizás las salidas no son las que nos ofrecen y hay que inventar alternativas. Que si la rata en cuestión e lugar de darle a la palanca como si no hubiera un mañana hasta desesperarse y rendirse, aprendiese a hacer un corte de mangas al experimentador, o si mordiese los cables que le traen la corriente, le arruinaría la prueba.Y, quizás no sería muy útil, o sí, pero al menos, la rata se llevaría una satisfacción, aunque no fuese la recompensa que le prometían.

Eso, lo contrario de dejarse morir, es la resiliencia. Dicen quienes saben que ésta es la forma de romper el círculo vicioso: buscar alternativas y pensar fuera de lo que nos dan a elegir.

Sobre la indefensión aprendida y cómo se traduce en el mundo que nos rodea ya han escrito otras mucho mejor de lo que puedo hacer yo, así que aquí dejo el enlace a una entrada muy interesante en Diseño Social.

Y un par videos. El primero, sobre lo sencillo que es inducir la indefensión aprendida en un grupo. En el video, las circunstancias cambian y no son capaces de reaccionar, igual que el perro. El segundo, «la Doctrina del shock», un documental muy recomendable para pensar sobre todo esto y en nosotros mismos como animales de experimentación en un mundo de lo más despiadado…