Sobre aprendizaje y emoción

Hoy comparto un post que me ha gustado encontrar, de Francisco Mora.

«El encendido de la emoción por lo que se ve, se oye o se toca es el núcleo central de todo aprendizaje, sea a edades muy tempranas, como las que acabo de mencionar, sea a cualquiera de las edades por las que transcurre el arco vital del ser humano, incluido el propio proceso de envejecimiento. Nadie puede aprender nada a menos que aquello que vaya a aprender le motive, le diga algo, posea algún significado que le encienda emocionalmente.

La curiosidad precede a la atención. La atención nace de algo que puede significar recompensa (placer) o castigo (peligro) y que por tanto tiene que ver, lo digo una vez más, con la supervivencia del individuo. La atención es como un foco de luz que ilumina lo que hay delante de nosotros y lo distingue, lo diseca de todo lo demás. Fuera de ese foco queda la penumbra, y en ella apenas si se puede discriminar algo. Es con esa luz como se ponen en marcha los mecanismos neuronales del aprendizaje y la memoria. Y es con ello como se crea el conocimiento.»

 

¿Por qué recordamos lo que recordamos?

Otro artículo de Koch para la Scientific American, sobre cómo se forman los recuerdos y su relación con la atención, la novedad y lo emocionalmente importante, y el papel que ocupan entre todo esto las oscilaciones cerebrales.

«These subtle findings help to decode the mechanics of memory—how three pounds of viscous tissue produces a mind possessed of innumerable impressions, recollections and knowledge accumulated over the course of decades.»