Explicación de cómo las ondas sonoras pasan desde el oído externo al interno. O lo que es lo mismo… ¿¿para qué necesitamos un oído medio y no tenemos la membrana timpánica a la entrada de la cóclea??
La diferente consistencia del medio externo (aire) y el interno (linfa), hace necesario un sistema que amplifique y transmita correctamente las vibraciones. Esto ocurre haciendo coincidir las impedancias (algo así como la resistencia de cada media a la transmisión de las ondas). Para ello, se dan conjuntamente dos mecanismos:
1- La forma en que articulan los huesecillos hace que un pequeño movimiento en el primero de ellos, el martillo, se vea amplificado en el último, el estribo. Cada pequeña vibración de la membrana timpánica provoca un mayor movimiento del estribo que si éste estuviese directamente unido a la membrana.
2- El otro hecho que explica la amplificación de la vibración es la diferencia de tamaños entre la mebrana timpánica y la oval: la timpánica es aproximadamente 18 veces mayor que la oval. ¿Y qué? Piensa en un clavo: la fuerza que se hace en la cabeza del clavo se transmite amplificada a su punta, porque la presión es fuerza/superficie. Esto provoca, una vez más, que la vibración de la membrana timpánica se traduzca en una vibración más intensa en la ventana oval.
Además de estos procesos directos, en el oído medio pasan otras cosas que ayudan: por ejemplo, el hecho de tener paredes huecas ayuda a que el sonido resuene en la cavidad timpánica. Y algunas otras nos protegen de que las vibraciones sean tan bestias que dañen nuestra membrana timpánica o la oval, y que nos vuelvan locos del ruido: por eso, ante sonidos demasiado intensos, los músculos que se unen, respectivamente, al martillo (el tensor del tímpano), y al estribo (el estapedio), traccionan de los huesillos evitando una vibración excesiva de las membranas. Después de mucha mascletà, se agradece tener estos músculos.
Y luego, está también la trompa de Eustaquio, llamada de forma anatómicamente correcta la trompa auditiva o conducto faringotimpánico. Ya que el aire no puede pasar del oído externo al medio porque hay una barrera, esta comunicación con la faringe nos permite igualar presiones. Cuando se crea una diferencia de presiones de forma rápida, provoca succión de la membrana y por tanto una menor vibración también del resto de elementos. He aquí el motivo de que nos quedemos con los oídos «tapados» cuando subimos en coche una montaña o despega un avión. Bostezar o tragar hace que nuestra faringe trabaje y los músculos periestafilinos abran el conducto, igualando así las presiones del oído medio y el externo (porque el aire que entra por la boca y por la oreja, obviamente, están a presión atmosférica y entra o sale hacia el oído medio para compensar la diferencia de presiones).
Una vez en la cóclea, y de forma muy resumida, la transmisión de las ondas a través de la perilinfa de las rampas timpánica y vestibular, acaba llegando a la membrana tectoria de los órganos de Corti y moviendo los cilios de las células ciliadas… lo que en último término acaba activando a las células del ganglio espiral (o ganglio de Corti) . Sus potenciales de acción inician, ahora sí, la vía auditiva a través del nervio coclear (componente auditivo del vestibulococlear o VIII nervio craneal).
Y aquí la explicación visual de todo esto: